Historia Argentina

martes, 12 de agosto de 2008

PRESIDENCIA DE AVELLANEDA (1874-1880)

El 12 de octubre de 1874 Avellaneda asumió el mando. Continuó la línea progresista de sus antecesores, pero tuvo que recurrir a las intervenciones para mantener el orden en las provincias (Juj uy, Salta. La Rioja); también debió sofocar movimientos revolucionarios en Santa Fe y Corrientes.

LA CRISIS ECONÓMICA

El país afrontó la primera crisis económica grave a consecuencia. de la crisis mundial que afectó a la Bolsa de Comercio de Viena y a Estados Unidos de América. En el mercado internacional se produjo la baja de precios de los productos agrícolas y el alza de los manufacturados, lo cual afectó nuestra balanza comercial. Avellaneda pidió al pueblo que realizara economías, redujo los sueldos, decretó cesantías y restringió las importaciones.

La inestabilidad económica provocó descontentos sociales manifestados a través de organizaciones gremiales que reflejaban los intereses de ¡os obreros.

LA CONCILIACIÓN:

Politicamente el intenor era controlado por el oficialismo: en Buenos Aires el ambiente se manifestaba tumultuoso:

La fracción mitrista del viejo partido liberal se abstuvo sistematicamente de concurrir a lOS comicios. alegando que se carecía de garantías electorales. Se Preparaba una nueva revolucion. Avellaneda entendió que debía atraer a los opositores a los comicios por medio de una conciliacion nacional. Mitre apoyó esta política. Vencida la resistencia de Alsina, la unión se realizó en 1877 sobre la base de concesiones mutuas. El presidente decretó una amnistía general

reincorporó al ejercito los jefes y oficiales que habían participado en la revolución del 74. Por su parte. los nacionalistas accedieron a concumw a los comicios Y suspeiider todo iiitenlo revolucionario. Hombres de su partido. como Rufino de Elizalde y José Maria Gutiérrez. fueron incorporados al ministerio de Avellaneda. Una parte del autonomismo. encabezada por Bernardo de Irigoyen y Leandro N. Alem se opuso a este acercamiento.

La muerte de Alsina (29 de diciembre de 1877) privó al autonomismo del único candidato posible de ser aceptado por el interior. Carlos Tejedor. gobernador electo de ¡a provincia de Buenos Aires. fue apoyado por los elementos de la conciliación porteña como futuro presidente. El interior lo rechazó y el autonomismo nacional se impuso a través de la liga de gobernadores, respaldando la candidatura de Julio A. Roca. de gran prestigio por su éxito en la campaña del desierto. Los partidarios de la conciliación porteña se dividieron, postulando diversos nombres (Rawson, Dardo Rocha, Sarmiento. Bernardo de Irigoyen). Para contrarrestar su oposición. Avellaneda apoyó a Roca, a quien los porteños vejan como representante de los intereses del interior y dispuesto a avasallar a la provincia bonaerense.

Líder de una alianza política cada vez más poderosa, Avellaneda inició su gestión con lo que llamó la conciliación nacional, destinada a terminar con los conflictos entre los partidos. También amnistió a los revolucionarios mitristas. Como resultado de esta política, una parte del mitrismo y del autonomismo alsinista se sumaron a la coalición oficial. Entre los autonomistas, un grupo liderado por Leandro N. Alem y Aristóbulo del Valle se negó a aceptar el acuerdo y fundó el Partido Republicano. Por su parte, el oficialismo formó el Partido Autonomista Nacional (PAN), llamado a hegemonizar la política argentina por casi tres décadas. Durante el gobierno de Avellaneda ya no se produjeron los levantamientos federales de las provincias, como había sucedido con sus dos antecesores. Sin embargo, se destacaron dos problemas que reclamaron la intervención de fuerzas armadas: la llamada ‘conquista del desierto” y la rebelión de la provincia de Buenos Aires.

LA CONQUISTA DEL DESIERTO:

Durante la década del ‘70 resurgió la preocupación por la situación de las fronteras con los indígenas, en particular las del sury del sudoeste. Este interés se debía a varias causas. Por un lado, la necesidad de incorporar nuevas tierras para la explotación ganadera. Por otro, los malones —ataques rápidos destinados fundamentalmente a tomar el ganado como botín— provocaban una creciente inseguridad para los productores.

Además, las aspiraciones chilenas para dominar los territorios indígenas pusieron en alerta a las autoridades argentinas, que consideraban dichos territorios como propios. El ministro de guerra, Adolfo Alsina, mandó a excavar una larga zanja, conocida como la zanja de Alsina”, cuyo objetivo era consolidar la frontera y evitar los malones; por el plan fue un fracaso. A la muerte de Alsina, en diciembre de 1877, se designó como ministro de Guerra al general Julio A. Roca, cuyo plan era mucho más agresivo. Su estrategia consistía en realizar una campaña ofensiva que evitara el reagrupamiento de los indígenas hasta fijar la frontera en el río Negro. Este plan estaba acompañado de modernas ametralladoras que marcaron una fuerte desigualdad en el combate: el Ejército exterminó sin distinción a hombres, mujeres y niños.

En abril de 1879 comenzaron las operaciones al mando de Roca. En mayo, Roca llegó a Choele-Choel y estableció el cuartel general; desde allí se dirigieron hacia los valles cordilleranos.

REVOLUCIÓN DE 1880: En Buenos Aires creció el prestigio de Tejedor. sostenido por los autonomistas disidentes y los nacionalistas. Sintiéndose fuerte, el gobernador porteño no aceptó el triunfo de Roca en las elecciones del 11 de abril de 1880. disponiendo la movilización de las milicias provinciales. La tensión aumentó y el choque se hizo inevitable; el gobierno nacional se instaló en Belgrano y declaró rebelde al gobierno provincial (4 de abril de 1880). Las tropas nacionales sitiaron la ciudad; hubo encuentros sangrientos y las fuerzas que apoyaban a Tejedor fueron vencidas en Los Corrales y Puente Alsina. La mediación de Mitre posibilitó las negociaciones de paz sobre la base de la renuncia de Tejedor y una amnistía general.

LA FEDERALIZACIÓN DE BUENOS AIRES

Avellaneda entendió que había llegado el momento de terminar con la arrogancia de Buenos Aires convirtiéndola en capital del país.

El problema había dificultado la organización de la nación, y desde la época de Rivadavia sólo se habían procurado soluciones transitorias a causa de la oposición de la provincia de Buenos Aires a federalizar parte de su territorio. El 8 de octubre de 1862 la ley de compromiso dispuso que el gobierno nacional residiría durante cinco años en la ciudad de Buenos Aires junto con el poder provincial. Al finalizar este periodo se rechazó como posible sede de las autoridades nacionales a Rosario, Córdoba y San Fernando, y el gobierno central quedó como huésped de la provincia de Buenos Aires. Esta imprecisa situación se prolongó a lo largo de tres presidencias.

La revolución de 1880, al afirmar la autoridad del gobierno nacional, permitió que el Congreso votara la ley Capital, por la cual se declaraba a la ciudad de Buenos Aires capital de la Republica. En 1882 se fundó la ciudad de La Plata para darle una capital a la provincia.

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